sábado, 31 de diciembre de 2016

Día 05- Bwindi (Villa) - Entebbe

¡Buenos días!

Me cuesta escribirlo, pero el día de hoy es el último de nuestra expedición ugandesa. Estamos algo tristes porqué la semana ha pasado muy rápidamente, pero lo que hemos visto en este periodo ha valido sobradamente la pena.

Habiendo hecho trekking para encontrar chimpancés y gorilas de montaña en su hábitat natural, pensaréis que poco más debe quedar por ver, pero nada más lejos de la realidad. El país ofrece otras muchas alternativas muy interesantes, como visitar alguno de sus otros parque naturales, aprovechar las oportunidades de avistamiento de aves (birding), visitar sus múltiples y emblemáticas cascadas o el mismísimo Nilo, por poner algunos ejemplos. Con toda esta oferta, nosotros hemos optado por invertir nuestro último día en entender algo más el día a día de los habitantes de la zona rural. Con este objetivo hemos realizado una excursión por Bwindi con cinco visitas programadas:


  • Visita a una plantación de café, una de bananas y una de té.
  • Visita a la tribu pigmea (batwa).
  • Visita al hospital de Bwindi.

Con esta idea en mente nos hemos levantado algo antes de las 7 para cerrar la maleta y realizar nuestro último desayuno en el maravilloso Mahogany Springs, el mejor hotel del viaje por sus instalaciones y la calidez de su personal. También hemos aprovechado para despedirnos de la familia Hammer y, con todo esto, a las 8 hemos empezado la ruta. Nos han presentado dos guías, Gerard y Tyson, que se han encargado de pasearnos a lo largo y ancho del poblado.



- La plantación de Café - la primera parada ha sido en casa de una familia que vive de la 
producción de café. Al llegar, los cinco hijos y algunos de sus amigos nos esperaban con perplejidad. Como nos han dado permiso para hacer fotos tanto mi madre como yo nos hemos puesto a fotografiar a los niños mientras su madre preparaba los granos de café. Ha sido divertido porqué posaban, te miraban para que les enseñaras la foto, se reían y volvían a posar. También les hemos dado algo de chocolate que llevábamos para la ocasión, así como algunos globos. Pero volvamos al café:

  • Inicialmente se planta la semilla del café y cuando la planta ha crecido alrededor de 20 centímetros, ésta se trasplanta y se deja crecer durante 3 años.
  • Cuando la planta del café da su fruto, los granos -rojos- se recogen y se dejan secar al sol durante unas dos semanas, hasta alcanzar el característico color marrón.
  • Luego se pasan los granos por una prensa artesanal de madera que separa los granos y la cáscara. Posteriormente se separan las cáscaras del grano haciéndolas "saltar" hasta sacarlas de la cesta -las cáscaras pesan menos y así-.
  • Finalmente se calientan los granos de café resultantes y, cuando están calientes, se muele el grano con un mortero gigante -algo más pequeño que un bate de béisbol- hasta conseguir el polvo de café.
El motivo por el que no se vende directamente tras el secado es que en ese estado se vende por menos de 1 dólar/kilo mientras que en polvo se vende a un mínimo de 2 dólares/kilo aproximadamente. Además de explicarnos el proceso nos han ejemplificado cada paso e incluso me han hecho ayudar en la fase de prensado y de molido. ¡Y obviamente nos lo han dejado probar! He de reconocer que el café era bueno, pero dista mucho del café Keniata o de cafés como el Colombiano. Antes de marchar hemos pedido si nos podían empaquetar algo de café para llevar, aunque luego nos hemos arrepentido un poco. Pero eso os lo contaré luego.






- La plantación de Bananas - la segunda estación de la ruta ha sido en otra casa cercana, cuya familia trabajaba la banana para obtener diferentes productos. Y pensaréis... ¿qué más se puede hacer con una banana que venderla como fruta? Pues seguid leyendo.

  • Además de recoger y consumir las bananas -en esta zona para consumo propio, raramente se venden- se pueden producir dos elaboraciones interesantes con esta fruta. Cabe decir que la banana es un ingrediente muy recurrido en la cocina ugandesa.
  • El primero es la cerveza de banana. Para hacerla se hace un gran agujero en el suelo y se cubre con hojas de bananero secas grandes y pequeñas que se encenderán para hacer de brasa. Luego se ponen las bananas cubiertas por hojas frescas y se entierra todo durante 5 días. El tercer día se debe revisar si el racimo de bananas ha ido cambiando de verde amarillo y, de no ser así, se debe cubrir mejor y añadir más calor. Este proceso acelera la maduración de la banana. Posteriormente se extraen las bananas, se pelan y se lanzan en una especie de bañera de madera donde los trabajadores las pisarán para extraer su jugo -¡como las uvas!-. El último paso será añadir el zumo de banana en una botella con algo de agua, añadir el fermentador (Sorghum, algo tostado) y esperar dos días. ¡Ya tenemos cerveza!
  • El segundo es la ginebra de banana. En este caso se pone la cerveza de banana en una olla gigante y se calienta, conectándola con un tubo para proceder a destilar el alcohol. En un día ya tendremos nuestra ginebra. Lo probamos y sabe más a tequila que a ginebra, pero es delicioso. Nos han comentado que si haces gin no hace falta que lo vayas a vender, los locales cercanos te vienen a buscar.
  • La cerveza de banana la toma la gente muy joven o muy mayor, mientras que el gin de banana es la bebida de edad intermedia (tiene 40-45 grados).




La plantación de Té - tras catar la ginebra de banana, hemos seguido nuestro trayecto hasta las plantaciones de té. Si bien no era costumbre cultivar té en este país, la colonización inglesa trajo este hábito de la mano -aunque originalmente es una planta china-. En Uganda se cultiva el té negro y, si bien fueron forzados a hacerlo, hoy lo consideran un negocio provechoso que se pasa de generación en generación.

La recolección es delicada y se debe coger poco a poco, siempre dos hojas y el tallo -si se coge una tercera hoja se dice que es de mala calidad-. Se suele pagar a medio dólar el kilo, y se recoge por la mañana para que pese un poco más (puesto que acumula agua). Cuando la hoja decae en calidad se poda la planta y se espera un tiempo a que recrezca la de buena calidad. Existen tres categorías de té: la primera se exporta y las otras dos se consumen localmente. Nos han comentado que el café da más margen -y pesa más- por lo que algunas familias prefieren esto último como cultivo principal.






La tribu pigmea - los batwas, como se les conoce localmente, son una tribu que originalmente vivía en la jungla, de altura muy limitada (1'50-1'60 aproximadamente). Antes del 93 vivían en la jungla, siendo grandes cazadores por su reducida altura que limita que los animales los vean, además de sus habilidades de camuflaje. Se pueden encontrar principalmente en el Congo, Ruanda, Burundi y Uganda, y se estima que hay entre 9.000-12.000 en el país (de entre 36 millones de ugandeses). Se les echó de los bosques porqué cazaban gorilas -por protección, dicen-, lo que era contrario a los intereses de la especie y del gobierno.


  • Una delegación de la tribu nos esperaba cerca del río, donde paseamos anteayer. Nos recibieron con una danza típica y nos invitaron a bailar, algo que hicimos encantados. ¡Son grandes bailarines, grandes y pequeños!
  • Posteriormente nos hablaron de sus costumbres, a través de nuestros guías, y nos enseñaron como encendían el fuego con facilidad.
  • Finalmente nos enseñaron diferentes muestras de artesanía local para que pudiéramos comprar algunas, dando soporte a la comunidad.
  • También les trajimos algo de libretas, colores, globos y algo de chocolate. ¡Les encantó! A algunos de ellos también les fascinaban las fotos, con lo que posaban y, una vez fotografiados, pedían verla. ¡Sobretodo los pequeños!








Entre la tribu y el hospital nos esperaba una caminata de 15-20 minutos. Pasamos por distintos campos de té y por un pequeño poblado. Me comentaron que los terrenos en Uganda se dejan siempre a los hijos para evitar que al casar a las hijas el terreno pase a otras familias. Añadir que se nota que el turismo beneficia a la comunidad porqué el trato al turista es muy bueno y la gente te saluda al pasar. En el camino Tyson nos hizo una clase rápida de Rukiga, la lengua local más allá del suajili -tenéis más palabras en esta guía, pág.14-


  • Agandi (agan-dee) = Hola, ¿cómo estás?
  • Nija (nee-jay) = Estoy bien
  • Webare (way-ba-lay) = ¡Gracias!
  • Webaer Munonga (way-ba-lay mon-on-ga) = ¡Muchas gracias!




El hospital de Bwindi (link- este hospital se abrió en el 2003 para cubrir las necesidades médicas de las tribus de pigmeos (batwa) que habían sido desplazados de los bosques, viviendo en extrema pobreza y siendo afectados por la misma. Inicialmente era una cabaña bajo un árbol pero fue evolucionando hasta lo que es hoy. Hoy brinda servicios de salud y educación a todos los habitantes de la zona, incluyendo unas 100 villas y 60 escuelas secundarias. Enseñan los básicos de salud y nutrición, incluyendo cursos de distinta índole (como cursos de alimentación sana para niños). Como comentaba antes, también se benefician de los permisos para visitar gorilas. De hecho ofrecen un servicio de "seguridad social" financiado por estos beneficios y aportaciones de los líderes de la sociedad locales. Cada individuo paga 5 dólares al año (aproximadamente), una tarifa muy reducida por consulta y un cuarto del coste del tratamiento. Mayoritariamente tratan enfermedades respiratorias, malnutrición y VIH -que afecta un 13% de la población-. Tienen 112 camas, 5 doctores (3 son voluntarios de USA o Europeos) y ofrecen instalaciones para que los familiares puedan residir por periodos limitados. La visita ha sido muy interesante, centrándonos en el área de tratamiento infantil y el edificio principal. Me ha parecido un ejemplo precioso de como la comunidad se puede ver beneficiada realmente por el turismo.






Tras 3 horas y media hemos acabado la ruta por Bwindi y hemos vuelto al hotel por última vez. Allí nos han entregado el café que habíamos pedido en la plantación, ¡a precio de oro! Es la única vez que nos hemos sentido algo estafados en el viaje, uno no se puede confiar nunca :-)

Tras despedirnos, David nos ha acompañado hasta el aeropuerto de Bwindi, donde hemos cogido una avioneta que nos ha llevado hasta Entebbe, llegando hacia las 2 de la tarde y desplazándonos inmediatamente al hotel. El resto del día lo hemos dedicado a descansar, comprar algún souvenir en una tienda local donde me utilizaban de calculadora, avanzar blog, nadar en la piscina -¡por fin!- y picotear algo en el buffet de la misma.



Hacia las nueve y media hemos bajado a cenar por última vez en el 2016. Nos ha sorprendido porqué en el hotel no hacían ningún tipo de evento especial y, de hecho, éramos muy pocos comiendo. Para variar había poca luz, algo frecuente en Uganda. Hemos aprovechado para tomar nuestra última sopa ugandesa así como algunos platos de la gastronomía local. A medianoche nos hemos concentrado en la habitación de Laura para ver el cierre del año en la cadena local (NTV). Aquí se ha notado que Uganda aún vive en el pasado, ¡había dos retransmisiones distintas y no tenían sincronizados los relojes! ¡Con lo que una ha celebrado el paso al nuevo año dos minutos antes que la otra! Como no había campanadas hemos utilizado una grabación de youtube para poder tomar nuestra docena de conguitos / trozos de plátano, ¡no hemos encontrado uvas!



Tras la celebración hemos descansado una hora y nos hemos dirigido al aeropuerto, nuestra última parada del viaje, donde nos hemos despedido de David con el que hemos conectado muy bien estos días. ¡Una pena volver! Han sido cinco días muy intensos, y dejamos atrás un mar de experiencias y grandes sensaciones. Estoy seguro que volveremos.

Aprovecho para daros las gracias por haber seguido el blog, ¡esperamos que la experiencia os haya resultado entretenida! Mañana publicaré un pequeño resumen del viaje y algunas recomendaciones que os puedan ser de ayuda.

¡Un abrazo enorme!

Pd. Algunas de las fotos de hoy son de mi madre, ¡se está convirtiendo en una excelente fotógrafa!

viernes, 30 de diciembre de 2016

Día 04- Bwindi (Gorilas)

Nzuri asubuhi! (¡buenos días!)

Esta jornada era la joya de la corona de este viaje y la que todos estábamos esperando. Visitar los gorilas representaba algo distinto para cada uno de nosotros: un hito de autosuperación, un sueño cumplido, una experiencia de inmersión profunda con la naturaleza y un reto fotográfico. Se trata de la experiencia más intensa de "safari" que he vivido y la que más me ha impresionado, con algún que otro subidón importante de adrenalina, como ya entenderéis más adelante. Y hoy sí, hoy hemos tenido suerte.



Pongamos algo de contexto. El objetivo del día era desayunar temprano y desplazarnos al centro de visitantes del Parque Nacional de Bwindi, también conocido como el bosque impenetrable. Este es el hábitat natural de una de las especies más amenazadas del planeta, el gorila de montaña. La caminata se planteaba dura, puesto que debe encontrarse a la familia asignada de gorilas en la selva, seguirla mientras se disfruta de su compañía y se toman fotos y recorrer el camino de vuelta. Esta caminata puede durar más de 6 horas (ida y vuelta), con altitudes de hasta 2500 metros y desniveles de 60 grados con barro y mucha, muchísima vegetación. ¡Y no olvidemos el calor y la humedad! Por el hecho de ser impenetrable, la luz solar es poco frecuente. Obviamente el bosque no está a oscuras, pero se camina en la sombra perpetuamente. El tiempo puede cambiar de golpe, aunque esto es menos habitual en la época seca en la que nos encontramos. Algunas recomendaciones por si os atrevís con la experiencia, aplicables para la época seca:


  • Es obligatorio llevar botas de montaña, calcetines gruesos, pantalones largos, una camiseta que transpire y un cortavientos de manga larga.
  • Hay que asegurarse que los pantalones se ponen por debajo de los calcetines para prevenir picadas de hormigas bala en el pie o tobillo.
  • Es crítico llevar un bastón para caminar, pero lo proporcionan en el hotel. Ayuda a salvar obstáculos y desniveles, que son frecuentes.
  • Opcionalmente pueden utilizarse perneras. Nosotros llevábamos y van bien para evitar barro y más picadas. Aunque si te tienen que picar... te picarán.
  • No se debe utilizar spray anti-mosquitos. Atrae otros tipos de insectos como avispas, que es la picada que duele de verdad (creedme).
  • No es necesario llevar ni gorro ni gafas de sol.


Si queréis hacer fotos y capturar bien la experiencia recomiendo:


  • Dos objetivos, por ejemplo un 15-85mm y un 70-200mm, a poder ser con buena luminosidad.
  • Parasol para ambos objetivos y filtros polarizadores para compensar la luz.
  • Tarjetas de memoria a mano y un enganche de cualquier tipo para llevar el otro objetivo.
  • Una GoPro en la cabeza es siempre una buena idea para complementar.


Sabiendo todo esto, os intentaré guiar por nuestra experiencia, en un día solemne y que quedará grabado en la memoria de cada uno de nosotros.

Al llegar el responsable del centro nos ha hecho un briefing del parque. El P.N. de Bwindi se fundó en el 91. Antes cualquier persona o turista podía acceder al mismo para capturar recursos de cualquier tipo (animales, minerales, etcétera). Tardaron dos años en habituar las manadas de gorilas y por eso el parque se abrió en el 93. Los Gorilas de Montaña solo pueden encontrarse en Uganda, Ruanda y el Congo. Existen un 880 entre los tres países -según el censo en el 2011- de los cuales 400 se encuentran en este Parque Nacional. Otra particularidad del parque es que es el único parque africano donde se pueden hallar Gorilas, Chimpancés y otros animales. En el resto de parques hay Gorilas o Chimpancés, y la fauna es más limitada. Actualmente el parque lo gestiona el UWA (Uganda Wildlife Authority)

- El permiso de acceso al parque es muy caro, pero la parte positiva es que se hace 'revenue sharing' con las comunidades locales. De aquí que el turismo esté muy bien visto en la zona, puesto que impacta en proyectos sociales. Cabe recalcar que el permiso es muy caro, con lo que la economía local se basa muchísimo en estas visitas. En caso de estar enfermo no se permite entrar en la reserva aunque se tenga permiso, para evitar contagiar a los gorilas.

- Luego han asignado los grupos (de máximo 8 personas). Esto quiere decir que cada grupo seguirá a una familia determinada. En nuestro caso nos ha tocado la familia Habinyanja, que consiste de 18 miembros: el silverback -el jefe de la manada-, el blackbacks -aspirante a jefe-, seis hembras adultas, dos jóvenes y cinco bebés además de otros miembros. Dicho esto creo que ahora hay tres blackbacks más, ¡hay competencia!. Todos tiene nombres, y el jefe se llamaba Makara :-)




- En el proceso David -nuestro guía- ha contratado cuatro porteadores para que nos llevaran las bolsas. Son opcionales pero muy recomendables, especialmente si lleváis mucho peso (comentar que cada persona debe llevar siempre 1L de agua más la comida del mismo día). Al final del viaje se les suele dar una propina de unos 20$. Noe y yo hemos cogido uno entre los dos pero ella ha llevado mi bolsa en realidad, puesto que yo llevaba el equipo fotográfico. ¡Está fuerte como un toro! También nos han introducido a tres estudiantes de turismo que vendrían con nosotros y hemos conocido al resto del grupo que nos acompañaría, la familia Hammer, originaria de Austria, Haimo, Angelika y Theresa. Mientras transcurría el briefing nos hemos dado cuenta de que algunos grupos iban absurdamente equipados. ¡Alguno parecía que hubiera salido del trabajo antes de venir! En el nuestro íbamos todos bien preparados, así que no hemos tenido ningún problema.

- Así, la expedición completa la conforman las dos familias, el guía de la expedición (Benjamin), los porteadores, los vigilantes, y los trackers, además de los estudiantes (Pafra, Ronald y Judia). Los vigilantes llevan escopetas para que, en caso de encontrar elefantes o gorilas agresivos, puedan lanzar disparos de advertencia. No disparan nunca animales a menos que no estén enfermos y los tengan que anestesiar para llevarlos al hospital. En este caso esperan a que el animal esté rezagado y que no esté el silverback en la zona para capturarlo. Los trackers siguen a las familias de gorilas basándose en los restos de comida que encuentran y las marcas de desplazamiento (que indican la dirección en la que van), así que son el "GPS humano" necesario para encontrar a los gorilas. Muchos de ellos llevan machetes para abrir camino en el bosque impenetrable -¡se llama así por algo!-.



- Una vez listos, hemos empezado la ruta. Primero hemos hecho un viaje en coche de unos 30 minutos hasta el punto de salida y de ahí hemos arrancado a caminar. Los paisajes iniciales se asemejan más a un bosque convencional que a una "selva", pero poco a poco incrementa la densidad de la vegetación y la complejidad del paseo, puesto que empiezan a aparecer desniveles de subida o bajada de hasta 60 grados. El terreno también cambia poco a poco de tierra a barro. Nos ha costado 2 horas y 15 minutos encontrar el grupo. En mi caso he estado muy bien acompañado por el sr. Hammer, un hombre auténtico con una gran historia a contar, con un pasado de profesional futbolístico y actualmente fundador y propietario de 6 empresas. ¡Gran travesía!









- Llegados a este punto se debe dejar todo lo que se lleva con alguno de los porteadores. Si se quiere beber o comer algo rápido o "ir al baño" debe hacerse ahora, porqué la siguiente hora o hora y media no se volverá a este punto. ¡Yo por mi parte me he asegurado de coger la cámara y los dos objetivos!




- Nos ha costado unos minutos alcanzar el primer grupo de gorilas. Estaban ubicados en una zona muy empinada por lo que era complicado desplazarse o incluso mantenerse en pie. Además la vegetación era tan densa que raramente pisas en el suelo, y las ramas son resbaladizas, al igual que el barro. Es importante avanzar como grupo para que no te perciban como amenaza y evitar retarles con los ojos, bajando la cabeza y el cuerpo en caso de que se acerquen. Normalmente se deben estar a un mínimo de 7 metros, pero en ocasiones se acercan o es inevitable no estar a menos distancia. El hecho de que hubiera poca luz y que la mayoría de primates fueran jóvenes y no pararan de moverse, me ha hecho desesperar un poco, porqué costaba sacar buenas fotos. Pero en el lateral había una madre con su cría y alguna fotografía decente hemos podido sacar. Luego han decidido irse y hemos seguido buscándolos.








- En la segunda parada hemos topado con el blackback, Kavuyo, el segundo de la manada. Hemos sido muy afortunados porqué estaba posado en un espacio abierto, sin casi ninguna rama, por lo que hemos podido verlo claramente y fotografiarlo con tranquilidad. En ocasiones se golpeaba el pecho para marcar autoridad, pero en ningún momento era amenazador. De momento. Los ojos de los gorilas transmiten una extraña tranquilidad y solemnidad, lo que ha hecho que estos momentos hayan sido muy especiales para todos.




- Finalmente hemos avanzado algo más para encontrar el silverback, el macho alfa del grupo. Como indica el nombre tienen una pequeña mancha blanca en la espalda. El nuestro se llamaba Makara. Lo hemos encontrado con dos jóvenes masticando ramas y arbustos. En este caso la visibilidad era media y hacer una foto era complicado, porqué no nos podíamos abrir paso hasta ellos más allá de los 7 metros... y sobretodo por la espesa vegetación. Dicho esto, el gorila nos ha echado una mano y ha ido devorando parte de la misma a una velocidad espectacular. Uno de los vigilantes, legítimamente preocupado con que sacara las mejores fotos posibles, me ha ayudado a acercarme por el frontal del silverback. Ha sido genial, y me ha ayudado a conseguir buenas tomas, a pesar de la densidad de la vegetación.





- Pero algo ha ocurrido. No sé si por acercarme demasiado, porqué el grupo estaba algo más disperso o porqué algún joven se alejó mucho de la manada de gorilas. El caso es que el silverback, que tenía a unos 5 metros, se ha levantado, ha lanzado la comida que tenía en la mano y ha empezado a correr contra mí a toda velocidad. No me podía mover. En los últimos metros, Makara ha saltado hacía mí y, en el momento final, se ha agarrado de una liana para cambiar de dirección y desaparecer de nuestra vista. Me he quedado blanco. Ha sido una sensación extraña y muchas cosas me han pasado por la cabeza: ¿nos dejamos el gas encendido? ¿quién revelará las fotos? ¿qué pasará en la siguiente temporada de Westworld? ¿qué hará Trump de Enero en adelante?. ¡Lo típico vamos! Pero bromas a parte no sabes en qué pensar, pasa todo muy rápido, y lo único que puedes procesar es un mero "¿qué hago?" mientras observas la situación inmóvil. Lo más posible es que el gorila haya querido exhibir algo de poder, pero creedme cuando os digo que este momento me quedará grabado a fuego en la memoria.



- En el último momento hemos tenido la oportunidad de volver a ver a una hembra y su cría. ¡De hecho se han posado justo delante nuestro!... a tiempo para que se terminara la capacidad de la tarjeta de memoria (sí, y no había cogido otra, soy así de feliz). ¡Pero he podido sacar una única foto!



- Terminada la experiencia hemos vuelto al punto donde dejamos las bolsas hacía una hora y media. Deshidratados y cansados hemos aprovechado para comer unas samosas, un pequeño bocata, algo de fruta, un pequeño pastel y un zumo. También ha sido un gran momento de grupo en el que hemos comentado lo visto y las impresiones de cada uno, puesto que cuando se está con gorilas se debe mantener el silencio.



- El camino de vuelta ha sido igual de pesado que el de ida. Pero en este caso hemos pasado de mayor a menor densidad de vegetación, lo que ayuda a ir relajándose. También es un buen momento para conocer a más gente y yo he descendido con Theresa. El guía de la expedición y su equipo han asegurado un ritmo de viaje adecuado en todo momento, realizando algunas paradas esporádicas para re-hidratarse y asegurándose que todo el grupo estaba bien. Dos horas y media más tarde estábamos en el coche de nuevo.





- Pero de lo que todos estábamos más pendientes a la par de orgullosos era de la proeza que Claudio acababa de conseguir. Con su edad ha resistido los ascensos y descensos estoicamente y ha realizado una excursión de 6 horas de elevada dificultad y que exige un buen estado de forma. Quien haya realizado esta experiencia sabrá que no es algo banal y que requiere mucho esfuerzo, sabiendo que este año ya han desalojado a algunos miembros de grupos por no ser capaces de llegar hasta el final. El equipo de soporte al completo ha ayudado mucho en este logro, ha sido un placer viajar con ellos. Al llegar a los coches había una pequeña parada de artesanía y souvenirs locales. El sr. Hammer ha cogido el silverback de madera más grande y se lo ha dado directamente a Claudio, como premio por el logro realizado y como muestra de admiración. Ha sido todo un detalle y a Claudio le ha hecho mucha ilusión. Desde ese momento en adelante todo el mundo ha llamado a Claudio el silverback, ¡incluso en el hotel! Mención especial a Cuca también, que ha luchado cada metro hasta terminar la excursión. Luego nos ha tocado pagar al guía, los porteadores y los trackers. Es un poco caos porqué había mucha gente esperando la propina, pero se la han ganado a pulso.






Finalmente hemos bajado a centro principal y nos han dado el certificado de la visita. ¡Y así ha terminado la visita a los gorilas! Como decía al inicio, ha sido...


  • ... un hito de autosuperación para Claudio, que ha demostrado que la edad no debe ser una barrera para ningún objetivo y nos ha dado a todos un buen ejemplo.
  • ... un sueño cumplido para Cuca, que lleva soñando con este día desde niña y ha sido la que nos ha impulsado a venir a Uganda y compartir estos instantes en familia.
  • ... una experiencia de inmersión profunda con la naturaleza para todos, donde cada momento ha sido un tesoro que recordaremos por siempre.
  • ... y un reto fotográfico para Cuca y para mí, por lo complicado que es capturar algunos momentos con tan poca luz y tanto movimiento.

En resumen, no se puede pedir más, y ha justificado plenamente el viaje a Uganda. ¡Volveremos!

Tras toda la experiencia hemos vuelto al hotel a descansar y tomar una larga ducha caliente. También hemos pedido alguna que otra copa, ¡nos la merecemos! (sobretodo Claudio y Cuca). En la cena hemos invitado a David, nuestro guía, a comer con nosotros. Nos hemos sentado al lado de la familia Hammer, con los que hemos entablado una bonita amistad. ¡Pero el protagonista de la cena era Noe! Y es que hoy era su cumpleaños, ¡y le teníamos preparada una sorpresa! Al llegar a los postres, se han apagado las luces y todo el hotel (énfasis en todo) ha empezado a bailar en modo 'conga' con un pastel hecho especialmente para ella y a ritmo de 'Jambo Bwna', una canción tradicional Keniata. Noe ha pasado mucha vergüenza pero creo que le ha encantado ;-)



Y con esto termina uno de los grandes días de nuestras vidas. El aliciente principal del viaje ha cumplido sobradamente expectativas y ha puesto el broche a un breve pero intenso viaje a Uganda. Espero haber podido describir con detalle la experiencia y haberos hecho partícipes de la misma.

¡Un abrazo a todos!

Pd. Quiero dar gracias a Oriol Alamany por sus consejos fotográficos antes del viaje. ¡Me han sido de mucha utilidad! Y es que fotografiar gorilas en estas condiciones, ¡es mucho más complicado de lo que esperaba!